miércoles, agosto 15

EFECTOS DEL ALCOHOL

Los efectos del alcohol son diversos en las personas. Algunos se entristecen, otros se alegran y a otros se les suelta la lengua. Fue el caso Juan Oliva, que en octubre de 1932 fue objeto de una noticia cuyo título era: “Borracho, confesó en rueda de amigos el crimen cometido varios años atrás. La policía lo detuvo y poco después logró probar que no mentía. Cuando recobró su lucidez, el asesino trató en vano de demostrar que era inocente”.

La noticia fue publicada en el diario El Orden, con varias fotografías. Había ocurrido en Villa Ana. Un vecino de esa localidad, Ciriaco González, había desaparecido tres años atrás en forma misteriosa.

Pero a fines de setiembre de 1932, “cuando el misterioso suceso había sido ya olvidado, otro vecino de Villa Ana llamado Juan J. Oliva, después de haberse embriagado en una taberna del lugar dijo en rueda de amigos que él había dado muerte varios años atrás a Ciriaco González”.

“Algunos tomaron en broma la confesión del ebrio”, decía El Orden, “y otros, en cambio, la aceptaron como cierta. Estos últimos se encargaron de divulgar la especie recogida que no tardó en llegar a oídos de la policía. Esta se encargó en el acto de proceder a la detención de Oliva que ya había recobrado su lucidez. En posesión de sus sentidos, el preso manifestó que lo dicho había sido en broma y que él no había tenido ninguna participación en el suceso”.

Borracho, se “Deschava””, es el subtítulo en el que se relatan estos pormenores. Con la detención de Oliva y sus hijos, uno de estos confesó que sabía dónde estaba el cuerpo: enterrado en un monte que lindaba a su rancho. Allí se trasladó la policía, encontrándose con que “la tierra y el tiempo transcurrido habían hecho su obra destructora y solo apareció el esqueleto de González”.

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