domingo, julio 29

SIN PLUMAS DE COLORES

La discusión sobre la actuación de Rafael Bielsa en la última dictadura está lejos de terminar. El Dr. Jorge Pedraza analiza sus explicaciones en esta nota de opinión.

Asistimos por estos días a una discusión sobre el perfil del candidato a gobernador Rafael Bielsa, especialmente en lo referido a su vida durante la dictadura militar y su imagen frente a la política pública derecho-humanista del actual gobierno nacional.

Hasta ahora ningún dirigente o luchador de los Derechos Humanos ha salido a aclarar la situación. Sólo la Dra. Matilde Bruera, destacada abogada de Rosario, ahora funcionaria de la Justicia Federal, dijo haber sido compañera del ex canciller en sus tiempos de estudiante, que guarda de él un buen concepto, que era un estudiante brillante, un alumno regular que cursó la carrera en la misma época que ella, aunque sin embargo dijo que ella se recibió en febrero de 1978 pero no sabe cuándo se recibió él.

Creo que el meollo de la cuestión sigue pasando porque Bielsa siempre supo sacar ventaja de diversas situaciones que debió afrontar en su vida. Lo cual en sí no está mal, salvo que puedan colisionar con la moral o con políticas de estado que dice representar.

Por alguna razón que no queda clara tuvo que mantener en su imagen pública la idea que estuvo "exiliado" aunque –aparentemente- viajara asiduamente desde el exterior hacia Rosario para terminar de cursar y/o rendir el puñado de materias que le faltaban desde que fue chupado y torturado en El Fortín (Funes) durante uno o dos meses, mayo a junio de 1977, hasta dieciocho meses después en que obtuvo el título (diciembre de 1978).

El problema se origina porque Bielsa se empecina en ratificar que apenas lo liberaron -en junio de 1977- se tuvo que “exiliar” hasta 1980 en que le permitieron “volver al país”. No le costaría nada reconocer la verdad, que no tuvo inconvenientes en terminar la carrera en Rosario. Lo contrario sería pensar en el absurdo que la mesa de exámenes debería haberse constituido en Barcelona, cada vez que tuvo que rendir las materias que le faltaban.

Nadie pretende cohonestar los turbios “seprines” anónimos de los servicios que construyen de datos sueltos una supuesta “verdad” falsa. Pero tampoco por ello vamos a dejar en la nebulosa varios conos de sombra.

Es una cuestión de “imagen pública”, que no es poca cosa si quiere ser gobernador del segundo estado nacional. Y vaya si le cuesta mantener la misma, sobre todo porque en 1980 el discípulo de su abuelo (el Dr. Roberto Luqui), según Bielsa, consigue a través de un Coronel Sarmiento, sortear su pasado militante y permitirle ocupar un cargo de asesoramiento en la Comisión de Ordenamiento Legislativo.

Bielsa se enoja si se confunde la COL con la CAL, Comisión de Asesoramiento Legislativo, que funcionaba dentro de las instalaciones del Congreso (clausurado).

Ahora bien, en 1980/1981 qué legislación iba a ordenar, qué normativas iba a compilar, qué digesto iba a perfeccionar? Si todavía la dictadura ni pensaba terminar con el gobierno de facto, pensaban quedarse todos los años que fueran necesarios, hasta que llegó la derrota de Malvinas en abril de 1982 y tuvieron que huir aceleradamente …

En realidad lo que hacía Bielsa era trabajar en una misión imposible, en una farsa, acomodar los bandos militares, los decretos leyes que iban dictando para estirar lo máximo posible el periodo de facto.

O peor en la dictadura de Pinochet … Qué informática jurídica necesitaba el dictador ? La necesaria para perpetuarse en el tiempo …

Pero eso no es todo. Podemos aceptar que por las vinculaciones de sus padres con los militares a él se le dieron concesiones que no tuvo ningún militante de la “gloriosa JP” de Rosario, pero ¿qué necesidad tenía de decir como funcionario público en el diario La Nación del 31.08.01, época en que, vigentes todavía las leyes de obediencia debida, punto final e indultos, arreciaban los “juicios por la verdad” y las presiones internacionales de España (Juez Garzón) y otros países, para extraditar represores, que “no había que apostrofar contra todo lo castrense por culpas borrosas” ? ¿Lo habrá mandado De la Rúa a decirlo o lo hizo de “motu propio”?

Verdadero baldón para un ex militante, que fue invitado al día siguiente por el Jefe del Ejército Ricardo Brinzoni, a través de una carta de su puño y letra, a una reunión con generales y coroneles gratamente reconfortados con estas palabras en favor de cerrar ese “oscuro capítulo de nuestra historia”.

Por eso, para aclarar bien esta polémica tendrían que opinar los militantes de organizaciones de Rosario, inclusive compañeros que fueron sus socios en Barcelona.

El Pueblo de la provincia y la memoria de tantos que ya no están merecen que se digan las cosas tal como ocurrieron, sin construir imágenes falaces, sin carta-documentos, sin plumas de colores.

Santa Fe, 28 de julio de 2007.

Jorge Daniel Pedraza - Abogado

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