martes, febrero 19

¿NEGOCIOS PERSONALES?

Las decisiones tomadas por un intendente suelen provocar el enojo de los vecinos y la reacción, muchas veces interesada, de sus portavoces en los medios de comunicación. Y por ellos, también, se deslizan sospechas acerca de los negocios del Lord Mayor de la Ciudad con los conflictos generados en ella.

¡Qué enojado estaba el diario Santa Fe en noviembre de 1920! No se estaba efectuando el servicio de barrido de las calles porque la intendencia no cumplía el contrato con la empresa concesionaria.

Para este periódico, el del radical Pedro Gómez Cello era un gobierno que perseguía sin miramientos a los evasores, pero que incumplía constantemente sus obligaciones.

Ella puede si quiere no cumplir sus compromisos, pero ¡ay de aquel y de aquellos que no los cumplan con la municipalidad! ¡Qué aberración! La intendencia es un poder soberano, algo así como un poder despótico. Ella dicta la ley, aunque sea en contra del sentido común y de los intereses del pueblo, es decir, de la ciudad. Ella cobra por vía de apremio, pero si se le antoja no paga a nadie. Cobradora lo es en un sentido que no tiene rival; pagadora no.

Analizaba la situación como aberrante. Pocos días antes había habido una huelga de obreros de esa empresa, lo que no le parecía mal al periódico (una rara avis entre los reaccionarios diarios de la época). Pero por falta de pago de la intendencia, la concesionaria los había despedido a todos. “La ciudad no puede permanecer ni un día, ni una hora sin ese servicio, como no puede el propio intendente dejar de mudarse de ropa interior dos o tres veces a la semana. La limpieza está por sobre todas las cosas, como está la higiene por sobre toda ponderación”. (Nota: ¿dos o tres veces por semana? ¿En noviembre? ¿En Santa Fe, aunque sea 1920?)

Y deslizaba una sospecha: El intendente doctor Gómez Cello, era médico y si la situación sanitaria continuaba agravándose…

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