viernes, marzo 30

EL REY DESNUDO

Grandes sectores de la ciudad de Santa Fe, y de toda la provincia, se ven nuevamente inundados. Esta vez no es el río Salado. Si no que las ya precarias redes de desagües pluviales no dan abasto. Entonces las imágenes de siempre. El agua en la calle, en el patio, en la pieza, en la cocina. Camiones juntando las mujeres y los chicos para trasladarlos a lugares secos. Los varones se quedan cuidando las pocas pertenencias. Mientras otros sacan la heladera, la cama, los colchones.

Por Canoa. www.canoa.org.ar

A un mes de cumplirse cuatro años de la inundación, la catástrofe social y política más grave de la provincia de Santa Fe, los y las habitantes de la ciudad volvemos a sufrir las consecuencias de una política que no responde a las necesidades y problemas de la ciudad en su integralidad. Las continuas inundaciones por lluvia son el resultado de la falta total y absoluta de una planificación urbana que incluya a las problemáticas de todos y cada uno de los barrios de Santa Fe.

La anunciada obra de los Lagos del Oeste, que vendría a resolver los problemas de canalización de agua pluvial fue la única, de las tres obras anunciadas en el 2004 por el gobernador Obeid, que no se llevó adelante. Hoy ese mega proyecto ni siquiera tiene un presupuesto y la situación en el borde oeste se agudiza cotidianamente. La única respuesta que se le da desde el Estado son obras aisladas que poco apuntan a una planificación integral.

Si bien el temporal y la lluvia afecta a toda la ciudad, haciendo colapsar todos los servicios, los más afectados son los barrios que diariamente viven la exclusión, o en su versión paternalista, una inclusión clientelar. Privados de sus derechos a una vivienda, al agua y a los servicios sanitarios, a una infraestructura vial que permita habitar el barrio de un modo digno, se suma la “inexistencia” del tan mentado “Plan de Contingencia”.

Después de las sucesivas inundaciones vividas, los/as santafesinos/as reconocemos que Santa Fe es una ciudad en riesgo. Pero si las políticas públicas implementadas para ir reduciendo esa vulnerabilidad son ficticias lo único que estamos produciendo es más riesgo ante la presencia de “viejas amenazas” (crecida extraordinaria de los ríos, lluvias torrenciales en pocas horas).

Si las grandes obras urgentemente necesarias no se realizan, la ciudad no se prepara ni para eventos particulares (como puede ser un gran temporal) ni tampoco para la cotidianeidad. Y si las políticas sociales tienden a ser cada vez más fragmentadas, nuestra vulnerabilidad se acrecienta porque seguimos sin saber qué hacer ni a quien recurrir.

Luego de haberse creado una Secretaría de Riesgo Hídrico en el ámbito municipal, con especialistas en la materia a la cabeza; luego de haberse publicado e intentado instalar el supuesto plan de contingencia en los barrios hoy queda evidenciada la inexistencia de dicha política.

Como siempre los centros de evacuados son creados una vez que el agua ingresó a las viviendas; los vecinos se ven obligados a autoevacuarse; los canales a cielo abierto se tapan por el depósito de basura que contienen; las bombas extractoras no dan abasto; las obras de infraestructura necesarias no están realizadas. Hoy, Santa Fe sólo depende de algunas bombas de extracción… ¿Quién no aprendió la lección?

El horizonte de una ciudad que nos incluya a todos está cada vez más lejos. Si existiera la voluntad política de considerarnos a todos ciudadanos de esta ciudad otras medidas se tomarían. Cada vez que llueve y la gente tiene que volver a salir de sus viviendas, el Estado aparece operando como si fuese la primera vez que sucede algo similar. Y en Santa Fe se vuelve a repetir la misma historia.

Digan lo que digan, hagan lo que hagan, el rey está desnudo. Y la gente, sola.

Canoa

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