LOS BORRACHOS DE SANTA FE
Que los santafesinos seamos los mayores consumidores de alcohol del país, no debería sorprender. Dejando momentáneamente de lado las tragedias que esto produce, habrá que remitirse a algunos pasajes de nuestra historia para descubrir que nada cambia demasiado.
Según Manuel Cervera en su Historia de la Ciudad y la Provincia de Santa Fe, el uso abusivo del vino era general en la antigua ciudad. El gobernador Lariz, en 1651 trató de borrachos a los santafesinos. Algunos años después, se prohibió su venta en abundancia a negros, indios y mulatos.
Indios abstemios
En 1672 el gobernador Hernando de Rivera Mondragón dictó un bando prohibiendo salir después del toque de queda. A quienes llevaran espada desnuda u otras armas prohibidas, las perderían y luego, si reincidían, serían desterrados al fuerte de la frontera a servir sin sueldo por un mes.
Se prohibía a partir de allí una costumbre previa y que sobreviviría más adelante: “comprarse” a los indios a cambio de bebidas espirituosas. Parece que las “gratificaciones” no sólo no traía la paz esperada, sino que agravaba la situación. En ese bando, se prohibió llevar vino a los charrúas y chanaes, ya que se llegó a la conclusión de que con el vino los naturales se alzaban y efectuaban robos y muertes de caballos.
También se penaba a aquellos pulperos que vendieran vino a indios o mulatos, salvo aquellos que iban a comprarlo para sus dueños.
Un año después, el siguiente gobernador, también dictó un bando reforzando las medidas anteriores: se incrementaba la pena por vender vino a indios y mulatos.
Una rara evaporación
Un poco más acá en el tiempo, en 1836, el apoderado de Santa Fe en Buenos Aires envía a nuestra ciudad un cajón con medicinas, otro con purgantes y otro con el vomitivo Lerroy. También adjuntaba veintiocho botellas de vino madera con quina, a pedido del ministro general Domingo Cullen.
El vino quinado se hace con la corteza del quino y tiene dos funciones: se usa en medicina por tener propiedades eficaces contra la fiebre y también se usa como aperitivo. Es de suponer que estas dos docenas solicitadas por Cullen tenían fines médicos, sin embargo lo que sucedió después, lo pone en duda.
El “quinado” fue realizado durante el viaje. Finalmente llegaron a Santa Fe sólo 24 botellas, y se explicó que la quina, los coladores y “lo que se evaporó” al tiempo de la evaporación causaron la merma de cuatro botellas.
La gran duda, es en qué parte del cuerpo de los viajantes se evaporaron estas cuatro botellas.
Chupandinas
Y si venimos otro poco más acá en el tiempo, en enero de 1905, nos encontramos con una brevísima noticia en Unión Provincial. Su título: “Lo que da la chupandina”. El texto: “En el año fenecido el impuesto al alcohol produjo 15 millones de pesos”.
Unos días después, solamente obra de la casualidad, en otro diario apareció una publicidad: “Si tiene usted el vicio fatal de la bebida y desea sinceramente curarse, no espere a mañana, hágalo hoy. Las píldoras antialcohólicas de Scott con un poco de buena voluntad han curado a muchos. Lo curarán también a usted”.
A tomar nota.
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