DESDE ESTAS HERMOSAS PLAYAS
Un represor santafesino se encuentra escondido cerca del mar. El Comisario Mayor (RE) de la Policía de Santa Fe, Rodolfo Daniel Isach, es señalado como uno de los responsables de la muerte de militantes secuestrados en dos centros clandestinos de la dictadura. Llegó a ser Jefe de la Unidad Regional XVII de San Lorenzo. Terminó denunciado por enriquecimiento ilícito. La Unidad Fiscal Especial de Investigación de la justicia federal de Rosario pidió su captura. Lo ubicamos en un pueblito de la costa atlántica bonaerense.
Publicado en revista Entre Líneas – Octubre de 2006
Uno de los aspectos menos analizados de la represión clandestina de la última dictadura es el robo de los bienes de los detenidos-desaparecidos que los intengrantes de “la patota” perpetraban luego de cada allanamiento. Numerosas pruebas y testimonios corroboran que este latrocinio se produjo de manera sitemática en Rosario y Santa Fe a partir de 1976. El objetivo principal era reforzar el financiamiento de los operativos, aunque una parte sustancial de lo sustraido terminaba en manos de los represores, para lo cual, contaban con la colaboración de reducidores y de algún cagatinta que simulaba el traspaso legal del botín. En su libro “Recuerdos de la Muerte”, Miguel Bonasso presenta la primera descripción de los responsables del centro clandestino de detención conocido como la Quinta de Funes, aportando además, algunos rasgos de comportamiento o personalidad que echan luz sobre esta metodología del saqueo.
Allí aparecen personajes como, “Sergio I: Suboficial de la Aeronáutica. Encargado de la logística casera (...). Vago. Malandra. Sinverguenza. Borracho. Se gasta lo que roba en los boliches (...) Puma: Policía Federal. Un degenerado. Mercenario, chorro y borracho”, terminando la descripción con un policía santefesino. “Hay otro también, ese hijo de puta que no me acuerdo como se llama. Pinta de gringo. Parece que es el que hace negocios con el botín de guerra. Hincha de Newell’s Old Boys. Además de hijo de puta, necio”. (1)
Todos estos elementos se sumaron al esfuerzo colectivo para identificar a los integrantes de la patota, que tras largos años de lucha de los organismos de derechos humanos, comenzaron a ser citados por la justicia federal de Rosario. Hacia fines de 2003 se reactivó la causa por la Quinta de Funes, luego que el juez Omar Digerónimo declaró inconstitucionales las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. El mismo camino siguieron la causa Feced, la que investiga los enterramientos clandestinos en el cementerio de San Lorenzo y la de la Fábrica Militar Domingo Matheu.
En mayo de 2004 se logra la detención de diez represores: el teniente coronel Juan Daniel Amelong, responsable de la Quinta de Funes, entre octubre de 1977 y enero de 1978; Enrique Jordana Testoni, director de la Fábrica Militar Domingo Matheu; Luciano Jaúregui, ex comandante del Segundo Cuerpo del Ejército; Oscar Pascual Guerrieri, Eduardo Constanzo y Carlos Sfulcini, ex miembros de inteligencia del Ejército; el gendarme Eugenio Zacarías, Rubén Fariña; el teniente coronel Rubén Cervera y Pedro “Pili” Rodríguez, ex diputado provincial del justicialismo y por entonces concejal de San Lorenzo, en donde ocupó la Dirección de Asuntos Jurídicos durante la última dictadura.
Las causas siguieron su trámite – en medio de muchas complicaciones – y surgieron nuevos datos que permitieron ampliar el número de militares, gendarnes y policias acusados. Sin embargo, 14 represores eludieron las citaciones. Frente a este panorama, Ana Oberlin, abogada del Equipo Jurídico de Derechos Humanos, sostuvo que una de las principales preocupaciones es la cantidad de prófugos. “Es una particularidad que se da sólo en Rosario”. Además, agregó que la mayoría de los procesados no fue capturado sino que se entregaron por decisión propia. “Esto hizo que nosotros reclamáramos porque nos parecía irregular y apuntamos al trabajo policial y de las fuerzas de seguridad. Además, hemos hablado con el gobierno nacional y se han articulado algunas cosas pero todo va muy lento. Principalmente hemos hechos pedidos para que existan más recursos y que dinamicen el presupuesto destinado a los fiscales. De todas maneras sabemos que esto se enmarca en el estado de la Justicia en general y de problemas estructurales que afectan a todos los juzgados”, finalizó Oberlin. (2)
Atando cabos
En la sesión del 5 de octubre de la Cámara de Diputados, Alicia Gutierrez (ARI), fustigó duramente al oficialismo por los represores que se reciclaron en la estructura del estado provincial. Recordó al teniente coronel Rodolfo Riegue y al suboficial del Ejercito Nicolás Correa; y destacó el caso de “jefes policiales como Rodolfo Isach – que inclusive estuvo a cargo de la Unidad Regional de San Lorenzo – acusado de enriquecimiento ilícito, porque con un sueldo de 1.800 pesos es dueño de yates, casas, campos; y habría que preguntarse de donde los obtuvo ya que era uno de los integrante de la patota de Rosario que devastaban las casas de los detenidos-desaparecidos y se quedaban con sus bienes. Todavía no ha llegado el momento de la justicia para él”, sentenció.
El planteo de la legisladora retomaba la preocupación de los organismos de derechos humanos sobre los vasos comunicantes que todavía existen entre las fuerzas de seguridad y los represores de la dictadura. La reactivación de la causa por enriquecimiento ilícito, seguida contra Isach en el Juzgado de Instrucción Penal N° 8 de Rosario – revelada por Entre Líneas - despertó nuevamente el interés por el paradero de este jefe policial, señalado como uno de los asesinos de los militantes secuestrados en La Calamita y la Quinta de Funes.
Reciclado
Rodolfo Daniel Isach ingresó a la Policía de Santa Fe a comienzo de los años ’70. Luego se integró a los grupos de tareas que el Segundo Cuerpo de Ejercito organizó para desatar la represión clandestina durante los años de la dictadura, según consta en varios expedientes judiciales. Reciclado en democracía tuvo multiples destinos en la policía santafesina hasta llegar a ser Jefe de la Unidad Regional XVII de San Lorenzo. En su larga carrera nunca fue molestado por su actuación en los años de plomo. Recién en 1998 cesa en el cargo, como consecuencia de la denuncia prentada por la Dirección de Asuntos Internos en la justicia provincial por supuesto enriquecimiento ilícito.
En el informe presentado ante la Fiscal N° 12 de Rosario, Cristina Rivoira, se consignaba que el comisario Isach poseía un patrimonio imposible de acumular con un sueldo de 1.800 pesos mensuales. Lo que más llamó la atención fueron las embarcaciones adquiridas entre julio y diciembre de 1997, cuando todavía estaba en funciones. A su nombre aperecía el yate "Romina" - 14 metros de eslora valuados en 60.000 dólares - mientras que uno de sus hijos era dueño de otro barco llamado el "Matrero III". El listado de bienes detectados se completaba con casas, campos y automóviles costosos.
Esta investigación fue el “caso testigo” que el gobierno de la provincia quizo mostrar como muestra de su voluntad para enfrentar la corrupción policial. A partir de la denuncia presentada por Asuntos Internos la justicia penal de Rosario dictó el procesamiento de Isach. Sin embargo, la Cámara de Apelaciones revocó esta decisión, sosteniendo entre otros motivos, que se omitió solicitarle al investigado la justificación de sus bienes en sede administrativa, antes de denunciarlo y llevarlo a declaración indagatoria. A partir de ese momento el trámite judicial quedó paralizado.
Hubo que aguardar hasta la sanción de la Ley N° 12.238 (04/12/03), para que la Dirección de Asuntos Internos quede habilitada para investigar y presentarse a la justicia, en los casos de supuesto enriquecimiento ilícito de policías en funciones o hasta los seis años posteriores de su renuncia o retiro.
Con este nuevo marco legal la denucia contra Isach fue presentada nuevamente en 2005, en el Juzgado de Instrucción Penal N° 8 de Rosario, a cargo de Juan José Pazos. Fuentes tribunalicias le confiaron a Entre Líneas que en los próximos 60 días surgirán definiciones.
Escurridizo
Pese a todos los antecedentes, este represor reciclado logró jubilarse sin problemas al cumplir 30 años de servicio. El 14 de julio de 2000, Carlos Reutemann y Angel Baltuzzi – gobernador y ministro de gobierno respectivamente - firman el Decreto N° 1994 que dispone el pase a Retiro Obligatorio de 33 oficiales superiores de la policia provincial, entre ellos, Rodolfo Daniel Isach, quien recien en 2002 comienza a cobrar su jubilación.
En mayo de 2004, el juez federal Omar Digerónimo ordena la detención de la primera tanda de represores, previsor, Isach abandona Rosario y se radica con su familia en la costa atlántica bonaerense. Cuando la Unidad Fiscal Especial de Investigación de Rosario, a cargo de Griselda Tessio, pidió su citación a declaración indagatoria, el comisario ya no se encontraba en los lugares que solía frecuentar y se le perdió el rastro.
Para los organismos de derechos humanos, el escondite de Isach estaba en la zona de Pinamar. En base a este dato, Entre Líneas pudo conocer detalles de su situación. Como policía retirado Isach recibe todos los meses el recibo de haberes que la Caja de Jubilaciones de Santa Fe le envía por correo. El domicilio del destinatario es una cómoda casa ubicada en calle Irigoyen N° 98 de la localidad Mar de Ostende – enclavada entre Pinamar y Cariló - en el corazón de una de las zonas turísticas más exclusivas de la Argentina. Mientras los tiempos de la justicia federal y provincial juegan a su favor, Isach disfruta del aire marino y de los bienes acumulados durante su carrera, además del dinero de su jubilación, ganada luego de 30 años de servicio para el estado santafesino.Cerca del marEl refugio elegido por Isach es el lugar soñado por cualquiera que busque alejarse del ruido de la ciudad. Partiendo de Pinamar hacia el sur, por la ruta interbalnearia, el viajero se encuentra con Mar de Ostende, una pequeña villa costera de escasas cinco cuadras de largo y tres de ancho, “testimonio de una historia de pioneros belgas muy particular”. Según informa el sitio web del municipio, “los restos de su rambla semi enterrada se mantienen a la vista del visitante para contar la historia de aquellos inmigrantes que descubrieron aquí un lugar similar al que dejaron en Europa, buscando nuevos horizontes”, como los que pensó encontrar el represor santafesino.
La casa del comisario se encuentra a pocos metros del mar, en diagonal a un balneario y frente al Hotel Dubrava. Fue bautizada “Sudestada” y en el fondo de la propiedad se levanta una estructura en construcción que todavía encubre su forma definitiva. Allí vive con su esposa y tres de sus cinco hijos. Con 59 años recién cumplidos - nació el el 29 de julio de 1947 – se lo ve algo canoso y un poco excedido de peso.
La elección del lugar para esconderse no fue caprichosa. En el último medio siglo, el partido de Pinamar se transformó en el destino preferido por empresarios emergentes, políticos enriquecidos y militares o policías que no querían ser molestados. Incluso se cuentan historias de nazis escapados. Por ello, el comisario Isach no tuvo problemas de adaptación y rapidamente se integró a la vida comunitaria de Mar de Ostende. Lo primero que hizo fue acercarse al entorno político del intendente de Pinamar, Blas Altieri, trabando amistad con el secretario de Acción Social del municipio, Alberto “Beto” Morales, quien a su vez, lo conectó con algunas instituciones de la zona. Una de ellas es el PAC (Atención Personas con Capacidades Diferentes) a donde concurre con una de sus hijas que padece una discapacidad. También participó en actividades institucionales de la Cooperativa de Agua y Luz de Pinamar (CALP), levantando la mano en algunas asambleas como delegado de distrito.
Quienes lo frecuentan saben de su pasado y están al tanto de las cuestiones pendientes que tiene con la justicia en Santa Fe. El comentario que circula es muy expresivo: “Tiene algunos muertitos por ahí”. Sin embargo, casi nadie se siente molestó por la situación.
Ahora se lo ve “más camuflado” haciendo un esfuerzo para no ser tan visible. El año pasado, por ejemplo, dio de baja su teléfono particular (02254-408750) y recientemente cerró las cuentas bancarias que tenía en Pinamar. Uno de sus allegados describió el panorama: “Se le viene una grande”.
Hermanito
Entre los represores buscados por violaciones graves a los derechos humanos, se encuentra Carlos Isach, ex miembro de la inteligencia del Ejército y hermano de Rodolfo. Su caso fue denunciado por el director del Museo de la Memoria, Rubén Chababo, que detectó que se venía desempeñando como inspector municipal en la Dirección de Política Ambiental de Rosario. La sorpresa es que su actividad no es desconocida ni marginal: es inspector municipal en Rosario.
Cuando la Policía Federal intentó atraparlo, todos los operativos en los domicilios declarados fueron negativos. Despues se supo, que enterado de su pedido de captura, pidió un semana de licencia y desapareció.
La Quinta de Funes
“Todos nos reuníamos, todo el personal del destacamento que éramos más de cien, más la sección Operaciones Especiales, llamada la patota, para que cada uno diga sus opiniones (sobre qué) hacer con esta gente. Poquito antes del mundial el Ejército decide matarlos”. “Nos ordenan a todos los de la patota que teníamos que estar a las ocho de la noche en la Intermedia sin armas y dejar el auto a 1 kilómetro de la Intermedia. Llegamos al chalet y había en el living dos tablones largos. Ocupando un tablón estaban los montoneros, en el otro tablón estábamos nosotros. La mesa estaba dividida así porque si ellos querían fugarse tenían que pasar por donde estábamos nosotros. Los gendarmes afuera tenían orden de tirar”.“Desde el primero al último los mataron con una ametralladora Ingran con silenciador, con dos balazos en el corazón. Cuando terminaron todo el trabajo, ellos, Gerrieri (Guerrieri), Fariña, Amelog e Isaac (Isach), nos llamaron a nosotros para que sacáramos los cadáveres y los desnudemos a todos y los colocáramos en la galería de la casita uno al lado de otro. Luego fueron trasladados en un camión hasta el aeropuerto donde los esperaba un avión Hércules”. (3)
La Calamita
"Ahora me voy a referir a un homicidio que se cometió en el año 1977. Trajeron detenido a La Calamita, donde yo estaba, a un muchachito apodado o llamado Remo. Era oriundo de San Juan. Los montoneros lo trajeron engañado diciéndole que aquí le iban a dar trabajo y lo alojaron en la casa de un tal negrito Julio con el que nunca pudimos dar, y que lo llevaba en motocarro hasta Avellaneda y Godoy a la mañana muy temprano”.
“Con esa información los Jefes montaron un operativo en Godoy y Avellaneda para detenerlo al negrito Julio. Fuimos al Operativo toda la patota con los Jefes, Fariña, Guerrieri, Amelong...."
"Como no llegó el negrito Julio volvimos a La Calamita, donde todos siempre estábamos antes de pasar a Funes. Yo volví en la parte de atrás de una citroneta con este chico Remo. Llegamos a La Calamita, estacionamos la citroneta y descendí junto a los demás, salvo Remo que quedó adentro. Se arrimó el Puma, y junto a otro lo bajaron de la camioneta tirándolo de los pies; imagínese la cabeza como debe haber golpeado con el paragolpes trasero porque lo bajaron por la parte de atrás. Lo llevan para adentro a una habitación. Remo estaba vendado, y se paran los tres a la vuelta de él, y hacían como ruidos de que arrancaba una moto, pegándole patadas en las costillas, en el hígado, en todos lados; yo sé esto porque lo veo porque tenía que pasar por donde lo tenían a Remo para buscar mis pertenencias, para volverme a mi domicilio. Cuando regreso con mis pertenencias y vuelvo a pasar por donde lo tenían a Remo, veo que uno de ellos el Comisario general (Isach), le abre la boca y le hecha un paquete de Celusal; les digo 'lo van a matar', y me fui".“Resulta que de los cuatro que lo habían matado, sólo uno estaba entre los seis a los que nos mandaban a cavar, que como dije fue el que le metió un paquete de sal en la boca. Se hicieron las 20:00 horas y yo no aflojaba, los otros me decían que vaya que no haga lío, pero yo me negaba porque nosotros no habíamos hecho nada; a lo último me convencieron y tuve que ir obligado porque sino no iba a salir vivo de ahí".
"Asi fue que fuimos a cavar el pozo, y yendo me dice el Comisario general (Isach): cavemos un poco más acá porque ahí (señalando un lugar) está enterrado el soldado Prat (que es un soldado que yo supe o me dijeron que habían matado antes, que era asistente del mayor Pérez, y que según comentaban lo habían matado porque quería entregar al mayor). Mientras nosotros cavamos el pozo, a cada rato iba el sargento Mario V. a medir con un metro para ver si llegábamos a cavar un metro ochenta centímetros de profundidad, y lo sacamos corriendo porque con el frío que hacía y sin tener nada que ver nos venía a controlar, asi que lo saqué a palazos y no volvió más. Tal es asi que se lo enterró inclinado, y le quedaron los pies afuera y hacia arriba, casi al ras del piso. Es todo lo que tengo que decir". (4)
Autor: Pablo Bosch
Informe desde Pinamar: Victor Gamarra
(1) Miguel, Bonasso. Recuerdos de la Muerte. Bruguera. 1984. Página 212.
(2) El Ciudadano. 9 de Enero de 2006.
(3) y (4) Fragmento de la declaración indagatoria del represor Eduardo “Tucu” Constanzo, ante el juez federal German Sutter Schneider. (14/02/06)
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