jueves, enero 3

ARDE LA CIUDAD

En 1931 Santa Fe se derretía al sol. Pero había personas que estaban obligadas a llevar saco y corbata, atentamente vigilados por la policía.

“¿Quién no estará de acuerdo en que Santa Fe arde como una enorme hoguera? Hasta el ventilador, recalentado arde de calor. Todo lo que nos rodea huele a plomo hirviente, a sed, a desesperación”, dice una crónica que suena a conocida, repetida y hasta deprimente, si no fuera porque fue escrita en enero de 1931.

“¿Cómo entonces, no dar un vistazo al espectáculo panorámico, asfixiante, tremebundo e impresionante, de miles de personas que se disuelvan en sudor y lamentos y sin embargo van vestidos como si estuviésemos en pleno invierno?”, se preguntaba el diario Santa Fe.

“Llevan saco, generalmente cruzado; botines de cuero grueso; cuello que asoma hasta el extremo de los pabellones de las orejas; sombrero pesado, etc. parece que nadie pretende desahogarse, aliviar la bestial carga que en verano tiene el peso imaginario de una locomotora”. Es que, dice el periódico, “quien se atreva a andar sin el saco, prenda inútil que los sastres, a fuer de comerciantes han hecho imprescindible, será pasible de una multa o sanción más grave. Y la cosa era en serio”.

“Aunque pese en el alma y en el cuerpo, han debido enterarse que la moral también está entronizada en el saco”, reflexionaba. Y describía un par de situaciones: “En muchas playas y balnearios, la policía –que no lleva chaquetilla porque hace excesivo calor- vigila que nadie circule o se estacione sin saco. Mientras tanto las bañistas deleitan los ojos con el grato espectáculo en formas audaces y con la exhibición de artísticos encantos corporales. De modo que ahora es el hombre quien tiene la moral, a través de las formas. Cuando con mostrar el cuello y la manga de la camisa que las damas se ruborizan!”, señala.

La reflexión con que termina la nota es: “Detente calor! Detente moral! O en su defecto este pueblo culto y bondadoso es capaz de andar con el saco en la mano…”

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