domingo, julio 29

EL PUERTO EN EL OJO DE LA TORMENTA

Las cosas estaban más claras hace 100 años: un diario que se definía como opositor fustigaba al gobierno provincial por la paralización de las obras del Puerto. Otro periódico, que no tenía empacho en mostrarse claramente oficialista, defendía las obras y negaba cada una de las imputaciones. Un poco más atrás en el tiempo, la disputa mediática había sido a quién le correspondía el honor de haber sido el gestor del Puerto de Santa Fe.

A veces, leer un diario actual se parece mucho a hojear uno viejo. Hace exactamente cien años, Nueva Época estaba embarcado, una vez más, en hacer lo que mejor sabía: defender sin ningún tipo de rubor, al gobierno de turno. En abril de 1907, la emprendió contra La Opinión, un diario del que no se conocen ejemplares.

Por lo que el propio diario Nueva Época marca, La Opinión anunciaba que se paralizarían las obras del Puerto, iniciadas tres años antes. Es notable, más allá de la falta de pago o no a las empresas contratistas, los argumentos que utiliza el diario oficial para denostar al opositor.

“La provincia está siendo objeto de desprestigio por el antipatriotismo de la oposición. (…) ¿Qué móvil les lleva a atentar en tal forma contra los sagrados intereses de la comunidad santafesina?”

La Opinión había asegurado que el gobierno dirigido por Pedro Antonio Echagüe debía a la empresa constructora un millón de pesos, lo que llevaría a una inminente suspensión de los trabajos. Como cualquier vocero de Información Pública, Nueva Época aclara: “Negamos por segunda vez que el gobierno de la provincia adeude a la empresa constructora la suma de un millón de pesos por todos los certificados que van en el año actual. Se adeudan dos certificados (…). Tampoco hay plazos premiosos impuestos por la empresa, desde que el gobierno satisfará honrosamente ese crédito sin quebranto alguno y en breve”.

Por si no quedaba claro: “Los hechos son los que se encargarán de destruir la perniciosa y antipatriótica propaganda de La Opinión”.

Ayer como hoy, la oficina de prensa del gobierno tiene sus órganos propios. Nueva Época señalaba: “La pulcritud del gobierno resulta en todos sus actos, y es así que su administración ejemplarísima dejará tras sí un recuerdo honroso. Para los que juzgan desordenada y negligente su labor, sólo les ofrecemos el estado actual de la situación económica provincial, la que en sus balances presenta deudas que se cumplen, compromisos que se satisfacen, administración pagada, obras públicas en marcha, orden, plan y método en la inversión y percepción de los recursos fiscales. ¿Se quiere más para demostrar la moral económica del gobierno santafesino?”.

Al César lo que es del César

La piedra fundamental del Puerto se colocó el 10 de octubre de 1904. Antes de eso, se habían realizado estudios y diversas vicisitudes hicieron que nunca se concretaran. El gobernador José Gálvez había sido el pionero. Recogió el guante Rodolfo Freyre varios años después.

Y en 1903, cuando Gálvez era senador nacional y Freyre gobernador la Nación aprobó la ley que autorizaba la construcción del puerto de Santa Fe.

El gran debate alrededor del puerto fue quién debía llevarse los laureles: si las gestiones de Gálvez o las de Freyre. El diario La Opinión asumió la primera defensa y Nueva Época la segunda exaltación.

“Al César lo que es del César”, escribía este último diario. Y miren con qué palabras le ponía la guirnalda de laureles a Freyre: “Espada es la insidia que se embota cuando pretende herir a espíritus fuertes, pero su hoja tiene vibraciones como silbido de culebra y aún cuando inofensiva por torpeza del esgrimista o por serenidad del agredido, produce siempre escándalo entre la plebe que fácilmente se deja deslumbrar por apariencias engañosas y en ocasiones pérfidas. Por eso no basta desgraciadamente con desdeñar estiletazos impotentes, sino que suele ser además necesario destruir el engaño y hacer ver que lo que se creyó silbido de serpiente no es en realidad sino canto de sapo que se refocila en húmedos y mefíticos pantanos”.

Por supuesto, no iba a ir en contra de Gálvez, por lo tanto le daba lo que suponía que merecía: “Existe un santafesino, ilustre, figura de primera fila en la sociedad y en la política que siempre luchó en la vanguardia por los progresos y por el bien de esta provincia. Nos referimos al senador nacional José Gálvez, cuyas activas gestiones a favor de la dotación de puerto a esta ciudad datan de muy atrás, del progresista gobierno que presidió o acaso de antes”, etcétera, etcétera.

“Pero reconocer esto que es innegable no importa, no puede ni debe importar, arrebatar al gobernador Dr. Rodolfo Freyre la honra y la gloria de haber sido él quien con su patriótico empeño ha coronado de éxito ese anhelo común a todos los santafesinos”, escribía Nueva Época. Y culminaba señalando que había sido el propio Freyre el que había redactado junto al ministro el proyecto de ley sancionado por el congreso nacional. ¿Suena conocido?

“Debe darse, pues, a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, así vibre impotente la escandalosa espada de la desleal insidia”, culminaba la ofensiva de Nueva Época contra La Opinión.

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