CONTRA EL PACTO DE SILENCIO
Los padres de la niña de 12 años muerta en un campamento scout de la Parroquia San Pablo el último verano impulsan la investigación penal de los hechos. Se constituyeron como parte interesada en los tribunales de Córdoba. Aportaron pruebas y testimonios que revelan negligencia e impericia. Denuncian una campaña de hostigamiento en su contra. Acusan a las autoridades eclesiales de ocultar la verdad y demandaron al Arzobispado de Santa Fe por daños y perjuicios.
Publicado en revista Entre Líneas - Abril 2008
María Candelaria tenía 12 años cuando un torrente de agua y barro la arrastró por una quebrada hacia el río Santa Rosa, en las sierras de Córdoba. Eran las 18 horas del sábado 5 de enero. Por la mañana había arribado a la Casa de Descanso del Seminario Arquidiocesano “Los Algarrobos”, para participar del campamento de verano que todos los años organiza el Grupo Scout 213 de la parroquia San Pablo de nuestra ciudad. El establecimiento es propiedad del arzobispado de Santa Fe y se encuentra ubicado junto al arroyo “El Quebracho”, cerca de la localidad de Santa Mónica, en la zona del Valle de Calamuchita.
Esa tarde una intensa tormenta de lluvia, viento y granizo se abatió sobre el lugar, afectando directamente al contingente que había levantado sus carpas en una zona de cañadas y quebradas. Fueron veinte minutos de miedo y desconcierto. Los chicos estaban desparramados y el agua en torrente que bajaba de la sierra dificultaba el reagrupamiento del grupo que buscaba guarecerse del meteoro.
María Candelaria formaba parte de la Patrulla Panda. Su carpa estaba ubicada al costado de una cañada de tres metros de profundidad en un sector atravesado por varias zanjas secas de 50 centímetros. Cuando comenzó la tormenta buscó refugio en la zona baja, creyendo que en ese lugar, estaría protegida del viento y el granizo. El aluvión la sorprendió con otras cuatro nenas de su grupo. Al quedar aisladas del resto del campamento debieron cruzar por sus medios el curso de agua que crecía minuto a minuto. Todas lograron pasar al otro lado, menos María Candelaria, que no pudo aferrase a la rama que le acercaron para ayudarla. La corriente fue más fuerte y se la llevó. En otro sector del campamento, una rama cayó sobre la carpa de los Lobatos (el grupo de los más pequeños) y aplastó a Juan Cruz, de 10 años, que perdió la vida prácticamente en el acto.
Las crónicas periodísticas del momento se ajustaron a la versión lanzada por los responsables de la agrupación scout y el cura de la parroquia San Pablo Marcelo Frank. Según este relato, la muerte de los niños fue inevitable, ya que, se trató de un fenómeno meteorológico impredecible y de una intensidad pocas veces vista, que dejó poco margen de acción para evitar la tragedia.
Sin embargo, para los padres de María Candelaria la realidad de los hechos es bien distinta. A partir de una pesquisa personal, la colaboración de peritos y el testimonio de funcionarios policiales de Córdoba, lograron reconstruir las últimas horas de su hija en el campamento scout y concluir que su muerte pudo ser evitada.
La historia oficial
El lunes 7 de enero, luego del sepelio y sepultura de los niños fallecidos, el cura de la parroquia San Pablo hizo declaraciones a la prensa. Según consigna el diario El Litoral, para evitar “informaciones distorsionadas y para resguardar a los niños y adolescentes directamente afectados”, las autoridades religiosas decidieron que “la voz autorizada” sería la del sacerdote Marcelo Frank. "En cualquier circunstancia donde muere una persona hay mucho dolor, pero mucho más cuando es imprevista e involucra a niños – expresó -. Es una terrible frustración porque los campamentos son una parte esencial de las actividades de nuestros grupos scout".
El religioso intentó en todo momento despejar cualquier tipo de dudas sobre la organización y la experiencia de los responsables del campamento. "Yo no estuve ahí, no soy perito en el tema, pero están muy bien preparados. Lo que me dicen es que - aunque no es poco la muerte de dos niños - cuando el fenómeno climático terminó, pensaron que el saldo iba a ser peor. No fue así por la voluntad de Dios y por la habilidad de los dirigentes".
En el mismo sentido se manifestó uno de los padres que actuó como colaborador en el campamento. "De no ser por la destreza de los chicos y adultos, la tragedia podría haber sido mucho peor; podrían haber muerto 20 ó 30 personas". (El Litoral – 7 de enero de 2008)
El hombre - que pidió reserva de su identidad – le dijo al vespertino local que el sector donde acamparon está lleno de árboles y las carpas - entre 15 y 20 - se instalaron describiendo una suerte de herradura. "Tengo muchísimos campamentos encima, muchas lluvias y granizos, pero nada parecido a lo que nos tocó vivir: la pedrada era tal que no se podía ver nada", señaló.
También describió que el torrente de agua y barro que arrastró a Maria Candelaria se produjo en una "cañada, que está apenas un nivel de suelo más abajo. Cuando llueve normalmente, por ahí pasa un hilo de agua, pero esta vez se convirtió en un río".
Reforzando la tesis oficial se manifestó el intendente de Santa Rosa de Calamuchita, Claudio Chavero. "No es frecuente este tipo de temporal en la zona. Los lugareños siempre saben cuándo va a venir una tormenta, pero en este caso se trató de un fenómeno impredecible", dijo el funcionario que además es responsable de la Defensa Civil en la zona.
"Fue un viento muy fuerte, como un tornado, de baja altura, con lluvia y granizo y que afectó sólo un sector de 2 por 3 km, muy focalizado. En Santa Rosa, que estamos apenas a 15 km, hubo una leve lluvia, nada más" - dijo Chavero -, agregando que Maria Candelaria, "fue arrastrada por un alud de barro y agua al momento que intentaba cruzar una quebrada con otras compañeras para refugiarse en las carpas en medio de la tormenta. Fue tanta el agua que vino por la quebrada en tan poco tiempo, que la correntada arrastró a la nena por lo menos 70 metros, hasta el río Santa Rosa. Luego, la policía encontró el cuerpo de la menor el domingo, 1,5 Km. río abajo". (El Litoral – 7 de enero de 2008)
Buscando respuestas
Los padres de Maria de Candelaria se enteraron que algo había pasado con su hija la noche del 5 de enero. A las 20 horas de ese trágico día, Francisco Alquati y Erika Bär recibieron en su casa un llamado telefónico desde Córdoba pidiéndoles que se pongan en contacto con el campamento. Se comunicaron de inmediato y les informaron que se había producido una tormenta y que había chicos desaparecidos.
Sin demasiadas certezas y desconociendo la situación de María Candelaria viajaron de urgencia a Córdoba. Lo que sucedió a partir de ese momento, Francisco y Erika lo contaron hace dos semanas. Sin embargo, pidieron un tiempo antes de la publicación y propusieron que el relato de su historia se ajuste al contenido de un blog lanzado por Internet. (http://www.mariacandelaria08.blogspot.com/). Explicaron que no estaban preparados para la exposición pública que podría desencadenar el caso y que tenían temor ante posibles represalias de los dirigentes de la parroquia.
A pesar de su larga militancia en las instituciones de la Iglesia Católica y de definirse como “laicos comprometidos” los padres de María Candelaria se sienten abandonados y marginados. “Nosotros dimos y damos aún hoy nuestro tiempo y nuestra vida a costa de grandes sacrificios por una Iglesia que verdaderamente no es esta que silencia, oculta y se desentiende de sus fieles en los momentos más difíciles”, dicen desde Internet, en alusión al comportamiento de monseñor José María Arancedo, el cura de la parroquia San Pablo y los dirigentes del Grupo Scout 213.
“Esta Iglesia que se nos propone en la figura y acción de estos “hombres” es sumamente fría, oscura, engañosa, perversa, especuladora, peligrosamente corporativa, falta de caridad o de los mínimos valores humanos siquiera, por no mencionar los cristianos. Es una Iglesia perturbada y sin rumbo”, acusan desde Internet.
Razones no les faltan. Desde el momento de la muerte de su hija comenzaron a sentir el peso de un silencio cerrado, el destrato, la falta de respeto y de compasión cristiana, todo lo cual fue agigantando sus dudas. Aunque parezca increíble no les permitieron velar a María Candelaria junto a su compañero Juan Cruz y el resto de la comunidad scout. Los responsables de la parroquia San Pablo dijeron que la nena vivía en otra jurisdicción. Tampoco les devolvieron la mochila y demás pertenencias dejadas en el campamento. La madre de Francisco Alquati recibió llamadas telefónicas intimidatorias. En las paredes cercanas a la vivienda familiar y el lugar de trabajo de Erika aparecieron pintadas con la leyenda: “La verdad ilumina”. Por último, el jefe del grupo scout – Pablo Forischi - presentó una denuncia contra el padre de María Candelaria por amenazas en un juzgado correccional de nuestra ciudad.
Contacto directo
En las primeras horas del domingo 6 de enero, Francisco Alquati y Erika Bär, llegaron al lugar del campamento acompañados por el comisario inspector Rodríguez de la comisaría de Santa Rosa de Calamuchita. En el lugar les informan que su hija había sido arrastrada hasta el Río Santa Rosa por una fuerte corriente de agua originada en las intensas lluvias producidas en la cumbre de la sierra y que un grupo de cinco bomberos estaban realizando un rastrillaje sin resultados hasta ese momento.
De la charla mantenida con el comisario, los padres de Maria Candelaria se enteran que los dirigentes del grupo scout no habían informado a las autoridades (policía, bomberos, o defensa civil) de la instalación del campamento. También supieron que el auxilio llegó por casualidad, ya que nadie dio aviso de lo ocurrido.
En medio de la desesperación por encontrar a su hija, Francisco les pide a los dirigentes que lo acompañen a revisar el lugar. La respuesta fue negativa y sin mayores explicaciones lo dejan solo con su esposa. Ambos tenían la esperanza de que Maria Candelaria haya podido salir del agua y en un estado de probable confusión haber caminado hacia cualquier lugar. Por consejo del comisario Rodríguez deciden esperar hasta el amanecer. “Las horas de espera fueron eternas y repito que ninguno de los scout, ni padres y colaboradores presentes se nos acercó siquiera a ofrecer una palabra de aliento o simplemente un vaso de agua, como si no existiéramos, como si fuéramos parias; ni en ese instante, ni durante la búsqueda, ni al enterarnos del terrible desenlace”, cuentan Francisco y Erika desde su blog.
A las seis de la mañana - mientras el comisario intenta convencer sin éxito a los dirigentes scout de salir a buscar a la niña - el matrimonio Alquati, acompañados de un pariente, el agente de policía Romero y uno de los bomberos que hicieron el rastrillaje por la noche, salen a recorrer la zona. Primero bajan por la cañada en donde cayó María Candelaria arrastrada por el torrente. Llegan a la costa del río Santa Rosa y 100 metros aguas abajo de esa desembocadura encuentran huellas claras de zapatillas Topper sobre la orilla de arena húmeda que entran y salen del cauce. Cuando la nena es encontrada sin vida a 1.500 metros de ese lugar llevaba zapatillas de esa marca color celeste. La ropa no presentaba roturas, su cuerpo no mostraba heridas, salvo un par de profundos rasguños en la frente.
La conclusión que atormenta a los padres es perturbadora. María Candelaria pudo haber salido del agua por sus propios medios, pero carente de fuerza y sin ayuda, volvió a ser arrastrada por la corriente. Frente a esta posibilidad, lo que no se hizo después de la tormenta, pudo ser determinante en el fatal desenlace.
Peritaje
Los padres de Maria Candelaria regresaron al lugar del campamento el 24 de enero. Estaban acompañados de la abogada de la familia, Silvia Martinet, y el policía santafesino Sebastián Espíndola. Este último realizó un informe denominado “Análisis de aptitud del sitio de campamento”, que luego fue entregado, junto a otras pruebas documentales y fotográficas, en la fiscalía de Río Tercero donde se investiga este hecho.
Espíndola es Instructor del Centro de Formación de Aspirantes – Subdelegación Santa Fe de la policía de la provincia, cadete de la Escuela de Gendarmería Nacional Argentina y miembro de la Unión de Suboficiales y Aspirantes para la Reserva. El propósito del trabajo fue determinar la aptitud del lugar escogido para la instalación del campamento de enero de 2008 del Grupo Scout “San Pablo”, verificando sus condiciones de seguridad e idoneidad para tal fin, mediante una investigación de campo que conjuga el reconocimiento y la observación del terreno en cuestión, la recolección de información, el estudio de la cartografía del lugar y la consulta con bibliografía especializada basando los resultados en el conjunto de conceptos técnicos de la temática.
El trabajo describe el predio donde se ubica la Casa de Descanso “Los Algarrobos” perteneciente al Seminario Arquidiocesano de Santa Fe. Destaca la existencia de una cañada de una longitud aproximada de 300 metros, con sentido norte sur, y una amplitud entre sus márgenes que va desde los cinco metros en la desembocadura hasta los 15 o 20 metros en el resto de su trazado. Presenta una profundidad promedio de tres metros, con un lecho seco cubierto por pastos, rocas, arbustos y árboles de pequeño porte. En el terreno aledaño existen zanjas naturales de entre 30 y 50 centímetros de profundidad producto del drenaje del agua de lluvia que escurre desde áreas mas elevadas, confluyendo muchas de estas en la mencionada cañada. “Se observa evidencias de actividad de campismo, como ser utensilios, trozos de soga, elementos para el armado de construcciones rusticas, objetos de identificación de grupos, entre otros artilugios abandonados a ambos márgenes de la descripta cañada”, sostiene el informe.
Sobre la base del estudio “in situ” del terreno, el análisis de la cartografía del lugar y considerando las pautas técnicas y los criterios de especialistas en campismo, el informe de Espíndola concluye “que el sitio elegido para la instalación y desarrollo del campamento presenta condiciones inadecuadas y potencialmente riesgosas para la seguridad del mismo”, destacando los siguientes aspectos negativos:
- La proximidad de árboles de gran porte y altura, los que se tornan peligrosos en caso de tormenta o viento fuerte, por el desprendimiento de ramas u ocasionales caída de los mismos.
- La división espacial del área de acampe por un accidente topográfico de consideración, como es una cañada de zona de montaña.
- Su proximidad con un curso de agua mayor y su comportamiento ante la caída de abundantes precipitaciones y tiene como consecuencia crecidas violentas, repentinas y con exuberantes volúmenes de agua.
En conclusión, “las condiciones del sitio escogido para el montaje del campamento por parte de la dirigencia del Grupo Scout “San Pablo”, son inconvenientes y poco propicias” (…) “denotando impericia y negligencia ante la falta del debido cuidado y prevención puestos de manifiesto”.
Seguridad al acampar
1.-No acampar en la costa de los ríos o arroyos por más mansos que parezcan, ya que sus crecidas suelen ser sorpresivas y ocasionan accidentes graves.
2.-No acampar en la parte baja de los cerros, montañas o lomas, porque los torrentes que se forman luego de las lluvias pueden ser causa de hechos muchas veces irreparables. También existe el peligro de desprendimiento de tierras (alud), con riesgo de aplastamiento.
Dirección de Defensa Civil – Provincia de Córdoba http://web2.cba.gov.ar/gobierno/DefensaCivil/paginas/index.htm
Tiempo de justicia
La muerte de Maria Candelaria y Juan Cruz esta siendo investigada por la justicia penal de la provincia de Córdoba. A cargo de la pesquisa se encuentra el Fiscal de Instrucción Marcelo José Ramognino, con asiento en la ciudad de Río Tercero. El trámite se encuentra bajo el secreto de sumario y aún no se definieron responsabilidades. Se han ordenado diversas medidas, entre ellas, la declaración testimonial de los responsables de la agrupación scout.
Francisco Alquati y Erika Bär se presentaron en la causa el 24 de enero pasado. Se entrevistaron con el fiscal, ofrecieron pruebas y propusieron medidas de investigación. Consultada por Entre Líneas, la abogada de la familia Silvia Martinet, explicó la posición de los padres de Maria Candelaria. “Nosotros creemos que hay negligencia, imprudencia e impericia en la forma en que procedieron los dirigentes scout”.
“Los padres presentaron un escrito donde exponen sus fundamentos para sostener que hay responsabilidad de los dirigentes de la agrupación scout y muchas actitudes posteriores a los hechos que permiten suponer la existencia de un pacto de silencio entre ellos. Todo esto hace pensar que están escondiendo algo”, agregó la abogada.
“Los papas de Candelaria no están acusando a nadie. Están colaborando con el fiscal en la investigación de la causa de la muerte de su hija. Ellos quieren estar tranquilos de conciencia de que si no hay ningún procesado y la causa se cierra, sea porque se ha investigado a fondo”.
Martinet explicó: “Lo que se está cuestionando es donde estaban acampando. Se ha verificado que lo hicieron fuera del perímetro del seminario “Los Algarrobos”. Pusieron las carpas en una zona de quebradas que desemboca en el río. Cualquier baqueano o el que haya acampado en Córdoba sabe que un lugar como una quebrada es un arroyo seco que se puede llenar con una lluvia intensa, y aunque no sea seguro que se vaya a producir, es algo que se debe prever”.
“Nosotros lo que vemos es que (los dirigentes scout) no son personas que estén capacitadas para llevar chicos a un lugar así. Debieron estar preparados y haber tenido los elementos para actuar frente a una emergencia”.
Para la abogada, esto quedó en evidencia porque no se cumplieron las reglamentaciones de Defensa Civil. “Según nos dijeron en la comisaría de Santa Rosa de Calamuchita nadie sabía nada que había un campamento. Se enteraron por un radioaficionado que había una nena desaparecida. Otro papá llamó ese día al campamento y se enteró de la tormenta. Recién ahí se conoció la tragedia”, puntualizó Martinet.
“Los responsables del campamento dieron por muerta a la nena cuando no lo estaba. No tomaron las medidas necesarias en el momento para buscarla. Son medidas inmediatas porque después es tarde. Ellos pueden decir que hicieron todo lo posible, pero lo objetivo y razonable, es que debieron tomar otra actitud frente a la situación”.
La abogada también reveló que los padres de María Candelaria efectuaron una presentación en el Tribunal de Responsabilidad Extracontractual de nuestra ciudad por daños y perjuicios. “Ellos contrataron un seguro de accidentes personales antes del viaje. Entonces la responsabilidad se asimila a la de los establecimientos educativos que contratan un seguro para la institución o para hacer viajes. Por eso nosotros entendemos que la jurisdicción para la acción civil es la ciudad de Santa Fe. Se les mandó carta documento a las personas individuales responsables del campamento, a la parroquia San Pablo, al cura Marcelo Frank y al Arzobispado de Santa Fe. Estamos hablando de responsabilidad objetiva del Arzobispado, y en esto somos intransigentes, porque el principal responde por los hechos de sus dependientes”.
Para los papás de María Candelaria la acción de la justicia es la mejor forma de reparar el sufrimiento que los envuelve. Perdieron a su única hija y sienten que la Iglesia en la que tanto creyeron los abandonó. Durante varias semanas esperaron alguna palabra de los dirigentes de la agrupación scout, padres o colaboradores de la parroquia San Pablo. Nadie se acercó a contarles la verdad de los hechos. Por el contrario, quienes podrían haber explicado las circunstancias que desencadenaron el fallecimiento de la niña se encerraron en un infranqueable silencio. “¿Que gran verdad se nos oculta y con que fin? ¿Por qué sumar más dolor al dolor?”, se preguntan, todavía sin respuesta.
Binner
El gobernador de la provincia de Santa Fe se interesó por este caso. El 5 de febrero pasado le envió una carta al Fiscal de Instrucción de Río Tercero, Marcelo José Ramognino. “La única forma en que los padres de Candelaria puedan transitar este terrible dolor es aclarando todas las dudas que existan en relación al escenario de la tragedia y la participación que las personas responsables de los niños tuvieron en relación a ese trágico suceso”.
(…) Es necesario que ellos tengan la certeza que lo han hecho todo por la memoria de sus hija, y que no están solos: las Instituciones seremos la garantía de sus luchas”.