domingo, abril 6

EL PEÓN RURAL

Para evitar huelgas y sus consecuencias, nada mejor que dar a los trabajadores algo de lo que quieren. Era el pedido del diario Santa Fe en 1914 para los peones rurales de la provincia. La dirigencia política santafesina debía hacer algo urgente para mejorarles la vida, señalaba.

En el reciente lock out del campo, se dieron a conocer escalofriantes datos acerca de la situación laboral de los trabajadores del sector. Esto tiene mucha historia.

En 1914 el diario Santa Fe publicaba un editorial consignando que “las pocas disposiciones favorables al proletario que existen en el código rural de la provincia” eran, desde siempre, “letra muerta para las autoridades policiales de los departamentos”.

Continuamente llegaban a la redacción del periódico los “lamentos lastimeros de la infeliz masa obrera de los obrajes del norte y de las peonadas rurales criollas, sometidas a un régimen de bárbara esclavitud social”.

La miseria de los salarios estaba agravada con el régimen de los vales y los almacenes o proveedurías. Decía el Santa Fe: “Dentro de los grandes latifundios que como botín de conquista explotan colosales empresas, desaparecen no sólo los principios de libertad y justicia, sino también los de humanidad más elementales; sin que hasta hoy los poderes públicos hayan advertido que conspiran contra la propia riqueza provincial, al permitir que se maltrate y quiebre el principal instrumento que elabora el obrero criollo”.

Para el periódico, había una clara diferencia en el espíritu de los trabajadores rurales argentinos y extranjeros. “Si en vez de ser criolla la mayoría de las peonadas obrajeras, fuese extranjera, las huelgas con todo su séquito de trastornos generales, hubiesen logrado alguna vez llamar la atención de los gobernantes”. Las huelgas, señalaba, siempre habían llevado a conquistas, aunque también a la violencia.

Y sin embargo, reclama el diario, los legisladores jamás se habían ocupado de investigar las condiciones de trabajo en los establecimientos rurales y forestales de la provincia. Si lo hubiera hecho alguno de ellos “no es posible suponer que silenciara los inicuos abusos constatados y que dejase la legislación en vigor sin un capítulo que garantizara a los mártires del industrialismo los derechos del fruto legítimo de su trabajo”.

Clamaba el Santa Fe por una intervención en serio de la dirigencia, porque si no, decía, el movimiento obrero sería imparable.

Se organizarían unos pocos años después los obreros del norte santafesino, pero la dirigencia política santafesina había tomado partido, para variar, por los patrones.