lunes, junio 25

"LA MAQUINARIA BUROCRÁTICA DEL ESTADO SANTAFESINO ES UNA MÁQUINA DE PROPAGANDA ELECTORAL"

¿Utilizar un cargo para proyectar una reelección? ¿Utilizar la maquinaria estatal para realizar propaganda electoral personal? Una historia vieja, con gusto a nuevo.

En setiembre de 1923, el gobierno de Enrique Mosca atravesaba sus últimos meses. Se preparaban las elecciones y emitió un decreto prohibiendo a los funcionarios que hicieran propaganda política.

“El funcionario que propaga sus simpatías electorales, se convierte en el vehículo de un propósito de corrupción”, analizaba el diario Santa Fe por entonces.

Pero ya era tarde, según su entender, porque hacía ya varios meses que “la máquina burocrática del Estado santafesino, es una máquina de propaganda electoral”. “El oficialismo manifestaba su sed proselitista, su deseo de encarnar en la conciencia popular su política estudiada. Y los más altos representantes del Estado, veían la avalancha de sus correligionarios con gesto indiferente. Hasta que colmada la medida, hasta que habiéndose producido la protesta de los partidos adversarios, cuando la tolerancia era cosa demasiado visible y ostensible, es que el gobierno certifica su fe de distanciamiento político por medio de una preceptiva que enamora, que convence, de atenernos únicamente a su letra”.

Pero era tarde, reiteraba el diario. “Nadie creerá en su ética. Y es que nadie puede concebir que la bella doctrina del decreto haya llegado a la mente gubernativa por generación espontánea. No. El gobierno sabe, como lo sabe todo el mundo, que la intervención política de los funcionarios públicos, su intervención electoral, mejor dicho, es pues una inmoralidad incalificable. Y a pesar de ello lo ha tolerado”.

Y finaliza diciendo: “Aseguramos que el decreto del Poder Ejecutivo es de un contenido magnífico, de una moral indiscutible, de una rectitud elevada. Pero no se cumple, no ha de cumplirse. El oficialismo conoce su fondo y se burla de la forma. ¿Cómo le sería dable de no hacer propaganda electoral, cuando se halla convencido que sin ella su derrota sería más dolorosa? No le pidamos peras al olmo”.

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