EL CADÁVER ESCONDIDO
Con menos dramatismo con el que hoy vivimos los sucesos de Villa Guillermina, hace 75 años un diario de Santa Fe publicaba un hecho similar, pero ocurrido en Villa Ana. No fue aquella vez una mujer ni su cadáver fue encontrado tras las sospechas familiares: en 1932, una borrachera delató al asesino. Los efectos del alcohol son diversos en las personas. Algunos se entristecen, otros se alegran y a otros se les suelta La noticia fue publicada en el diario El Orden, con varias fotografías. Había ocurrido en Villa Ana. Un vecino de esa localidad, Ciriaco González, había desaparecido tres años atrás en forma misteriosa. Pero a fines de setiembre de 1932, “cuando el misterioso suceso había sido ya olvidado, otro vecino de Villa Ana llamado Juan J. Oliva, después de haberse embriagado en una taberna del lugar dijo en rueda de amigos que él había dado muerte varios años atrás a Ciriaco González”. “Algunos tomaron en broma la confesión del ebrio”, decía El Orden, “y otros, en cambio, la aceptaron como cierta. Estos últimos se encargaron de divulgar la especie recogida que no tardó en llegar a oídos de “Borracho, se “Deschava””, es el subtítulo en el que se relatan estos pormenores. Con la detención de Oliva y sus hijos, uno de estos confesó que sabía dónde estaba el cuerpo: enterrado en un monte que lindaba a su rancho. Allí se trasladó la policía, encontrándose con que “la tierra y el tiempo transcurrido habían hecho su obra destructora y solo apareció el esqueleto de González”.
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