domingo, marzo 2

UN CASO DE CANIBALISMO EN SANTA FE

Sucedió en una isla del departamento Garay en 1936. El caníbal fue trasladado a Santa Fe y luego a un hospicio de alienados en Buenos Aires. El diario El Orden realizó una sensacional cobertura de uno de los casos más truculentos de la historia criminal santafesina.

¡Existe el hombre malo que se come a los chicos! ¡Cocinó y comió a una criatura de once años!”, es el sensacional título que aparece en portada del diario El Orden el 22 de mayo de 1936.

Además del título, el despliegue periodístico de la información recuerda mucho a la forma en que trabajaba este tipo de casos el diario Crítica: la mayor parte de la noticia es relatada por el periodista que pudo entrevistar a Aparicio Garay, el criminal, y así lo testimonia una fotografía.

Un día antes de ese titular, en página 6, el diario impacta con grandes letras: “¿Un antropófago en Helvecia?”, y un breve anticipo de la información, que no había podido desarrollarse por haber cerrado las oficinas telegráficas poco antes de conocido el sucesos.

La edición del 22 de mayo es sensacional: en varias páginas, y con una gran profusión de fotografías, se cuenta que Garay había secuestrado, asesinado y luego devorado a un chico en una isla cercana a Helvecia. Hacia allí fue el cronista y describió al criminal así: “Se abre la puerta y aparece un hombrecito insignificante, descalzo, con un saco azul sobre las carnes y unas bombachas curtidas por el agua y el uso. El cabello entrecano, revuelto y desordenado; los labios secos y prominentes en algunos gestos; abultados y groseros en otros; la mirada escurridiza y a ratos incisiva”.

Garay le relató a El Orden que el chico había ido con él por voluntad propia y que pasado un tiempo quiso irse. Él lo persuadió: “Vea compañerito… usted no puede dejarme. Hemos salido juntos, usted es mi compañerito, debemos seguir juntos. Cómo me va a dejar solo?”

Se quedó unos días, pero una mañana lo vio en una canoa, yéndose. Garay dijo que la voz del “horario” le dijo que lo fuera a buscar, y él tomó su fusil, le apuntó y le disparó a la cabeza.

“¿Qué es eso del “horario”?, le preguntó el cronista. “El horario es mi Dios”, contestó. “Él manda, yo soy su sirviente. Manda a todos los hombres. En el horario, están las horas. Las horas son el tiempo. Es la vida de los hombres. Sin el horario no hay vida. El horario me dijo: ¡no lo dejes ir!... Y yo no lo dejé ir. Qué podía hacer? Yo soy un sirviente”.

La historia del horror recién comienza. Cuando Garay rescató al cuerpito de las aguas, “el horario” le dijo que tenía que comer. Y él lo hizo. “Primero lo abrí… Con el machete. Lo limpié bien. Yo sé cortar. Aprendí en el hospital (…). Limpié bien los huesos. Primero los iba a guardar, para trabajarlos. Lindos huesitos. Hubiera hecho unas fichas. Pero por dentro no servían. Eran esponjosos. Entonces los tiré al río. Y la carne la colgué. Hice ganchitos y colgué la carne de la enramada cerca del rancho”.

Como si fuera poco, el cronista le sigue preguntando: ¿qué comió, cuánto comió? Aparicio Garay dijo que no toda la carne es buena, pero que además había comido con miedo, porque “uno se envicia. Come y después siempre quiere comer”. Hizo asado, frió otros pedazos y luego, con derritió la grasa e hizo aceite.

A la policía le dio algunos detalles más: “La cabeza la herví… los sesos no se podían comer y se los di a los perros. Pero las carnes eran buenas”.

En los días siguientes, Aparicio Garay, el nombre con el que se lo identifica, pues carecía de documentos, es trasladado a Santa Fe. El Orden se dedica entonces a intentar comprender el caso: en otros tiempos, se hubiera dicho que estaba poseído por un demonio y destinado a la hoguera, marca; pero hoy, el caso pertenece a la ciencia. Es verdaderamente notable la forma en que el cronista analiza los retazos de la vida de un hombre buscando entender cómo se llega a la locura para llegar a la conclusión de que “en contacto con hombres y en un medio normal, se hubiera corregido”.

Ante el juez Salvador Dana Montaño, Garay repite casi las mismas palabras que ante el cronista de El Orden. Sin embargo, aún queda por esclarecer el modo en que murió el niño, ya que existe, además de la versión del criminal, la hipótesis de que había sido degollado.

Algunos meses después, en octubre, el magistrado dicta su sentencia: “Es un sujeto senil, con delirios sistematizados, cuya evolución no puede precisarse”. El dictamen es sobreseimiento, pero ordenando la reclusión de Aparicio Garay en el Hospicio Las Mercedes de Capital Federal, por carecer Santa Fe de un establecimiento adecuado.

Hacia allí fue trasladado Garay. La última noticia que se tuvo de él fue en octubre de 1938, cuando asesinó a un compañero porque este no lo dejaba dormir.

3 comentarios:

BERNA dijo...

LA VERDAD QUE UN MUY BUEN TRABAJO DE INVESTIGACIÓN. QUERÍA SABER SI NO TENÉS LOS ORIGINALES DE LAS FOTOS QUE ESTÁN SUBIDAS AL POST.
POR FAVOR PONETE EN CONTACTO CONMIGO QUE LAS NECESITARÍA COMO ARCHIVO EN LA RESOLUCIÓN MÁS ALTA PARA QUE PUEDA LEER LO DEL DIARIO Y VER BIEN LAS FOTOS.

GRACIAS Y ESPERO TU RESPUESTA

fabian dijo...

CONOCIA LA HISTORIA PERO CON OTROS DETALLES SOBRE LA CAPTURA Y NO TANTOS SOBRE EL ASESINO, MI ABUELO ME CONTO ESA HISTORIA POR QUE EL ERA EL COMISARIO,QUE JUNTO CON UNA COMICION, LO ATRAPO EN LAS ISLAS. SU NOMBRE ERA JUAN BODE. YO CONOCI TAMBIEN AL HERMANO MELLIZO DEL CHICO DE APELLIDO CREO LUGONEZ.

fabian dijo...

Conocia la historia, me la conto mi abuelo que fue el comisario que junto con una comicion atraparon a garay en las islas, el me conto mas detalles de la captura y en esta nota conoci mas detalles del asesino, mi abuelo era Juan Bode. Mi abuela dono el recorte de el diario "El Litoral" al museo de helvecia con la foto de todos los que ayudaron a la captura, los elementos secuestrados y el mismo garay. Me gusto mucho haber encontrado mas informacion al respecto de esta historia.